El vocablo nomofobia (derivado del anglicanismo no-mobile-phone phobia) significa el miedo irracional a no tener un teléfono celular. Esta dependencia extrema de estar comunicados se manifiesta actualmente «in crescendo» en el ámbito familiar.
Si bien el Manual Diagnóstico y Estadístico de las Enfermedades Mentales DSM-IV-TR, no establece una categoría expresa que clasifique el abuso del celular como trastorno de la adicción, existen daños y comportamientos similares a la dependencia conductual o de sustancias. El síndrome de abstinencia, la tolerancia, la pérdida de control y la ingobernabilidad, son características similares a la adicción al juego o la cocaína.
Este fenómeno original del Siglo XXI agrede con saña a nuestra infancia y a la adolescencia criada al resplandor de las pantallas. Se ha demostrado que puede generar trastornos mentales y de la personalidad; impacta negativamente la capacidad de estudio provocando la disminución de la concentración y el interés; y afecta a las relaciones e interacciones familiares y con el entorno inmediato, generando aislamiento del mundo físico y sustitución de la realidad por virtualidad.
Por ello es importante detectar este trastorno para minimizar las consecuencias. Estas son algunas banderas rojas:
- Usar regularmente el celular o tablet y dedicarle cada vez más tiempo, quitándoselo a otras actividades como el estudio, sueño, deporte, ocio, etc.
- Sentirte ansioso y nervioso ante la idea de no tener el celular cerca o disponible, o no poder usarlo por estar ‘fuera de lugar’, por la falta de conexión, la batería descargada…
- Uso continuado del celular en lugares y situaciones en las que está prohibido su uso o es peligroso (conduciendo, caminando, en clase, en el cine, etc.).
- Mirar de forma continuada la pantalla del celular para ver si se has recibido mensajes o llamadas.
- Tener pocas interacciones sociales cara a cara, preferir comunicarse utilizando las nuevas tecnologías.
- Intentar de forma repetida controlar, reducir o parar el uso del celular. Esto significa que está fuera de control.
Padres, ante este fenómeno social, cabe el autodiagnóstico honesto con nosotros mismos.